Desde que te has ido
están marchitas las ganas
agonizantes por el rencor
que manifiestan tus labios.
Desde que te fuiste
no hubo noches tranquilas
ni alegrías que ameriten
una buena alborada.
Desde que te has ido
creció la tristeza,
obligó a la soledad.
Aún en el olvido
te lo digo: me recordarás,
aunque aborrezcas
aquel indeleble recuerdo.
Desde que te fuiste
no están en su sitio
los sentidos
vagan allendes
desprovistas de cariño.
Desde que te has ido
el ayer fue mejor
y el presente murió
con el ministerio,
que ha dejado tu huella.
Darío R. Portillo
0 comentarios:
Publicar un comentario