viernes, 28 de diciembre de 2012

Cinco minutos


Por mil noches he guardado las manos del día…
mojadas brisas la sustentan por el éter
y se confunden de fiebre
en anhelados recodos.

Mi puño agoniza forzada
y mis ojos te ofrecen inédita
desde el santuario de las ganas.

Sacra juventud…
de profesión esclavo
limitada por el amargo deseo ignorado
de sucesivos inviernos.

Guardado del día,
se encamina la vida
-ella marchará-,
atada al futuro,
al promiscuo presente.

Y como siempre...
daremos el grito libertario,
pero nos esclavizará
nuestra propia ignorancia.