Dejaré la
pluma,
de norte a
sur
y que de este
a oeste
me envuelva,
desangrarme a
cada instante
con sabor
prematuro al estro.
Queda el vetusto sueño
de migrar intenciones.
Ser niño
quisiera.
Parir
nostalgias
frente a
aguas remotas
quienes nutren al alma
en delicadas brisas.
“Y el tiempo
deja
un segundo para
verme.”
Ocupado de
mente;
ermitaño de
cuerpo
quiero tocar
la imagen,
atreves de
las letras.
Dejar la
pluma quisiera
pero
entonces,
-¿qué vida
la mía?-.
Pues, mis
manos tejen
realismos que
circulan mi interior.
Estoy
dispuesto al punto y aparte
de concluir
esta idea,
pero, quizás
mañana…
vuelva con otro capítulo.