viernes, 28 de septiembre de 2012

¿Y el padre?

No quiero una ciudad de luces sino hombres de lúcidas razones; quiero, no solo un gobierno de opiniones sino opiniones sobre un Gobierno. No solo la guerra se combate con armas y el hambre se aplaca con comida, no todo lo ideal a veces conviene… derrotar la pobreza no es lucirla de luces en su intimidad, la energía existe, pero los focos no son eternos. Así como las cosas suceden; gobernar, no es seguir el camino de otros ni arrastrar los pies sobre sus sepulcros, gobernar es…como un padre guiando a sus hijos, que alguna vez serán útiles. "Los hijos crecen y están cansados de aclamar por el padre, que no es lo mismo que un padrastro". Nuestra madre Asunción, ya con su rostro senil está cansada de ver perecer a sus hijos sin motivo alguno, ella necesita la savia para rejuvenecer, el mundo la observa y la deja pasar inaudita. Fuera de su lujosa mansión, también existimos nosotros quienes deseamos un padre merecedor de respeto. Y si el color hace respeto me abstengo y que la tumba me guarde a vivir otra dictadura.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

"Homenaje a un gran artista, Manú"


martes, 25 de septiembre de 2012

Luna

Luna, te propongo un lugar; 
una tregua con el alba, 
un simposio con el sol. 

Intentar en aquel hechizo
a la fuerza de astros,
comulgar teorías
y presagiar historias.

Te propongo…
sin titubeos con cada letra
y en cada sonido
reinventar la lira
e innovar el canto.

Luna,
desde ésta cima
proclamo a tu gobierno.
Luna…
dame el reparo de tus musas
para salvar este horizonte,
de pintar con realidad
que nos vamos muriendo.

Te propongo,
una tregua con el universo,
un simposio con los astros
y sus cercanos,
permitir las aguas en su sitio
“la vida en este mundo.”


miércoles, 19 de septiembre de 2012

La primavera del poeta

“Cómodas y viajeras navegan sin destinos, ilusiones, placeres, el mañana. Tontas de crítica, sucumben sin vacilación diseminadas por el espacio todo el tiempo. Cuan feliz la adolescencia, cuánta experiencia de sobremanera en la juventud apoyada en la esencia; revivo porque creo en mañana. Amo y sobrevivo porque existe un eco, porque existe quien la produce…

Setiembre, 18 del 2000, sábado. Asunción, bello día de toque floresta. Ruidosa mañana, calles de impetuosos colores y de fieles admiradores semanales.
En esos días, sabrá el poeta, impasible y desafiante  transcurre  la vida buscando un encuentro. Calurosa tarde. La vigilia solitaria calmó sus ansias a orillas de una bahía templada de áureos rayos. 

Y como seleccionada entre multitud -ella- buscó descanso en la silueta de los arboles, junto a mis pies, quienes reposaban de la estival temperatura.

¡Llegaste!, posaste tu figura a la sombra de los antojos y escondida tras las gafas tus manos apuntaron hacia mí.
-¡Me invitas un cigarrillo! –Dijo-, mirándome directamente a los ojos.
-¡Cómo no! -Sin dudar, pero sorprendido respondí-.

Sabrá el poeta esa tarde hacia que rumbos apuntaban las ganas y las promesas. Con vos susurrante al culminar el acto predije:
-¡Cayó el telón!

Intrépida y sin ataduras respondió.
- No soy de aquí. -¡Solo estoy de paso!

En el instante pensé. -Una broma extranjera-. Aún así musitabas con acento foráneo…
-Llegué del oeste, más allá de las fronteras -Soy turista-.

Aquella apasionada respuesta abrió en mí las alocadas intenciones de ayudarla a visitar los mejores sitios de la colonial ciudad que nos resguarda.

- La invité a conocer-.
Mas la timidez del poeta, de soñador y bohemio, allende lucieron.
Y a mitad del día nos llevamos, tú a mí, yo a ti. Por esos senderos donde solo las palabras llegan ayudadas por las miradas y las tentaciones estacionadas en la mesa; copa a copa caía la tarde, el ocaso transgredía fronteras, pero todavía no las nuestras.

- Mucho gusto. -Me dijo-, debo partir.
Ante tal situación, hurgue las bellezas y los rincones de la ciudad solo por retenerla; bastó con maldecir la hora, lo injusto ante una buena compañía.
- Sabes, un gusto conversar contigo. -Continuó diciéndome-. Pero las cosas no son tan sencillas fuera de casa. ¡Debo regresar!

Promediando las horas gané su atención.
- ¡Huirás de mí!- Me atreví a preguntar.
- Es tarde-, no avise sobre mi tardanza.

Pero espera…
- ¡Llámalos!, mantenlos informados de ti.
- Procuraré-, pues me gusta la conversación que nos atraviesa.

Fue el primer rato de zozobra de nuestros futuros encuentros.
Crispado el inconveniente sobre la situación; volvieron las palabras a exhibirse en conatos de confianza. Las preguntas rondaban lo personal; mi vida, tu vida, pasado, presente y los sueños. Confiado en mis ojos, despolvaba toda artimaña al agrado.      
                                                                                                                                                                            
- Nuestras vidas buscan acostumbrarse, someterse, crear su propia efigie ante la inmensidad de alternativas. –Clamé-, ante su mirada hipnotizada.

- ¿Qué? No entiendo. – ¿Quisiste decirme algo?-.
Y no sabiendo describir ese momento…
- Su compañía es muy agradable. -Contesté-. Es inolvidable este día.
- Gracias, lo mismo digo. - Acercó a decirme.

Ante su presencia y la falta de cometarios de donde sea inventé palabras, halagos. Temía que parta y nunca más la viera.
Cada segundo fueron correspondidos con su debida intención como amantes dejándose llevar por la gravedad del viento. Es que, fue tan ocasional el encuentro que el poeta no quiso desaprovechar el memorable día, y por momentos, olvidó su peregrina soledad.

Presos en el tiempo y liberados de toda inquietud vimos morir el ocaso lentamente, llevándose nuestros miedos, hundirse en el poniente. De lo foráneo y extrañezas las conjugamos por aquel instante de ensueños y pretextos. Dos culturas unían sus intenciones con el más sincero esmero al placer, conocerse, descubrir los más lejanos territorios que envuelven sus cuerpos.

El poeta y la extranjera a la luz de la luna cantaron sus coplas. Ella quedó cautiva en las palabras, él y su solapada intención fueron llegando al hecho marcados por el ritmo de los gestos. Dos culturas un sentido, pasarla bien, la que podría ser la última aventura antes de transgredir el nuevo día.

Sentados en la misma cama; aquella vez,  tres noches de historias sumaron al tiempo. La primavera anidó el alma del poeta –no sabiendo- que partiría su musa la misma fecha de toque floresta. Ella a sus 20 y él a los nueve más que llevaba por delante, cómodas, viajeras; vieron morir sin destino, ilusiones, placeres…el mañana.”

lunes, 17 de septiembre de 2012

Encantamiento natural

Ingenuo posó al paso de la noche,
de madrugada fúnebre
atestiguando vida,
ésta que prende de un crin
y aún nos causa miedo.

Gimiendo, creyendo gritar,
lenta cede el paso el pulso,

mientras el cuerpo se retuerce
haciendo creer a los huesos
senil metal del organismo.

Aferrada a la vida
temor al espanto,
pidiendo un tiempo más
a la habitación oscura y vacía;
“y era la eterna noche
del que nadie despierta,
pero en la que todos
iremos a parar…”