viernes, 10 de agosto de 2012

Dejadme

Dejadme renacer con el brillo 

sofocante del día,
con la luna a oscuras 
mansas de percibir 
el delicado viento 
que emite tu cuerpo.



Dejadme, infinitas veces
¡dejad...!
Pues mi alma anclada 
ansiosa reclama 
el beso sagrado 
de inquietas noches 
quedadas sin fin.



Dejadme, así como ven
sin avaricias y destinos.
Sólo con la brisa de su silueta 
y la estructura,
que vaga esta mente 
por mucho más de un sueño. 


Darío R. Portillo

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